Yo vivo en un país donde la mayoría se sobrepone a los "no hay" e inventa soluciones y sobrevive aún cuando las cosas se ponen difíciles. Y las personas de mi país no renuncian a sus ideas, ni a la alegría, ni a la solidaridad. No es el mejor país del mundo, pero es MI ISLA.

jueves, 19 de enero de 2012

Para aliviarnos el dolor de cabeza


Bien lo sabrá usted si se mantiene solo con el salario y ha tenido que convivir con sus parientes y crear su familia en casa de los suegros o de un hermano, construir en Cuba no es tarea fácil.
Para nadie es secreto que la difícil situación económica en que vive la mayoría de los cubanos y los malos métodos para la distribución de los materiales de construcción han limitado durante años la posibilidad de edificar o rehabilitar viviendas por esfuerzo propio.
El control de la venta de estos recursos por las unidades adscritas al Instituto Nacional de la Vivienda obligaba al trabajador a esperar que, tras decenas de trámites -y a veces, algún que otro “regalito”- le tocara, como en una rueda de la fortuna, el permiso para ejecutar la obra y la boleta para comprar cemento, áridos, acero, muebles sanitarios y otros bienes para acondicionar su inmueble.
¡Y gracias! Porque aunque deficiente, el mecanismo servía para adquirir productos con precios subsidiados, que por mucho daño que hiciera a la economía del país, era un alivio para quien pretendiera financiar la construcción solo con su sueldo.
Otra cosa era levantar la casa con lo adquirido en el mercado “subterráneo” que crece a la vista de todos en muchas barriadas de esta ciudad. Mucho beneficiaron las fisuras de control de la “venta controlada” a quienes revendían losas, módulos hidráulicos o eléctricos y cualquier otro artículo que no se comercializara fuera de las tiendas recaudadoras de divisa y los almacenes estatales -a donde se iba con la boleta.
Ahora el panorama va cambiando y hasta se puede decir que mejora. Sin subsidios a productos -a veces con precios inexplicablemente altos en algunos de factura local- se venden materiales y se ofrecen créditos bancarios para beneficiar a quienes están dispuestos a mejorar el estado de sus viviendas o a edificar una nueva.
La disminución del costo de algunos materiales y el abastecimiento regular del mercado en moneda nacional, son evidencias de que existe la voluntad de incrementar paulatinamente las posibilidades de la familia cubana.
Sin embargo, lo más novedoso, lo más humano de este proceso es el financiamiento estatal de construcciones o reparaciones de inmuebles a las personas de menores ingresos, gente que recibirá dinero sin tener que devolverlo. La intención es lograr que por sí mismos creen locales con las condiciones mínimas elementales para habitar.
La suma incluirá el monto de la mano de obra, que ya es tan cara como los materiales de construcción.
Desde el 15 de enero las oficinas de la dirección municipal de  Vivienda tramitan las solicitudes de quienes han sido afectados por desastres naturales o constituyen casos críticos al no tener solvencia económica y vivir en inmuebles vulnerables.
La idea de compensar a los más necesitados, de suprimir el igualitarismo y potenciar la igualdad de posibilidades va tomando forma. La iniciativa, que obedece al lineamiento 299 aprobado por el Sexto Congreso del Partido, es otro paso que viene a aliviarnos “un dolor de cabeza social”, una muestra de que no estamos varados.
Ahora corresponde a los gobiernos municipales administrar y conferir con justeza y oportunidad los fondos; a los ciudadanos nos toca cumplir con el compromiso y aprovechar la brecha que se abre -ahora sí- a nuestro favor.


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