Yo vivo en un país donde la mayoría se sobrepone a los "no hay" e inventa soluciones y sobrevive aún cuando las cosas se ponen difíciles. Y las personas de mi país no renuncian a sus ideas, ni a la alegría, ni a la solidaridad. No es el mejor país del mundo, pero es MI ISLA.

lunes, 30 de enero de 2012

¿Dónde están los padres ?

Acabo de escuchar una historia horrible, la de unas pequeñas víctimas de abuso sexual  y me vienen a la cabeza  los relatos de tantas otras que he escuchado sobre niñas y niños sometidos a prácticas lascivas. No puedo evitar imaginar el infierno de miedo, asco y culpa que habrá provocado la lujuria emfermiza del abusador frente a los pequeños.
Cuántas veces se preguntarían estas criaturas  "¿dónde está mi mamá, o mi papá, o mis abuelos que no vienen a salvarme?"...
Es triste,  pero hay que admitir que el abuso sexual infantil aparece generalmente ante el descuido de los padres, que no están en el momento justo para evitar que un adulto, extraño o conocido,  les pida  a sus hijos que toquen sus genitales, o que vean cómo se masturba, o que penetren su cuerpo y su inocencia.
Juzgar al verdugo es fácil, no hay nada más abominable que la pedofilia, por mucho que sea una enfermedad mental no deja de ser siniestra y sucia -y una vez practicada deja huellas hondas. 
Pero el dolor de los niños y sus padres y la solidaridad que suscita en el resto de las personas, a veces impide que se vea con claridad cómo el descuido, la idea de que "a mi niño nada le va a pasar" o la confianza ciega en otros adultos -que pueden resultar abusadores-, convierten a los familiares en propiciadores de la más amarga experiencia que tendrán sus hijos.
Otras veces falta comunicación, y nadie en casa le dice a la criatura que su cuerpo es suyo, que no pueden tocárselo ni vérselo, ni pedirle que haga nada que le de miedo o que simplemente no quiera. Los pequeños tienen que saber que pueden hablar con sus padres, que tienen derecho a decir NO, que pueden contar sus vivencias sin temor a ser culpados o reprimidos.
Yo no tengo hijos, así que nadie mejor que tú para saber cuánto se quieren a esos duendecillos alegres que viste surgir, crecer y nacer de ti, yo no puedo decir cuánto se sueña con su sonrisa, ni el develo que provocan cuando algo con ellos no está bien. No tengo experiencias para contarte, pero hago mi parte, sabes?
Me gusta dedicar tiempo a los niños y niñas que tengo como parientes y vecinos. Adoro a esos "locos bajitos", como diría Serrat, y mi amor lo expreso también dejándoles saber que nadie puede maltrtarlos, que pueden contar conmigo, que pueden decirme cualquier cosa, tal como deben hacer con su madre y su padre, o como harían con una hermana mayor. ¿Qué haces tú?
 Las leyes existen, y en Cuba se aplican con severidad a quienes se atreven a vejar la infancia, es cierto, pero las leyes solo sirven  para castigar y el castigo no anula las marcas del abuso. De ti depende que no aparezcan nunca esas marcas dolorosas, pues te toca cuidar mejor de tus hijos, compartir con ellos sus experiencias, enseñarles que pueden confiar en ti y que siempre los defenderás.
El abuso sexual existe porque no somos suficientemente buenos para impedirlo... porque nos falta estar más atentos.

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