Yo vivo en un país donde la mayoría se sobrepone a los "no hay" e inventa soluciones y sobrevive aún cuando las cosas se ponen difíciles. Y las personas de mi país no renuncian a sus ideas, ni a la alegría, ni a la solidaridad. No es el mejor país del mundo, pero es MI ISLA.

lunes, 1 de octubre de 2012

También a los 70 se puede amar


Generalmente, cuando se habla de la sexualidad en la vejez se abordan solo las consecuencias negativas de la avanzada edad para el rendimiento sexual, sin considerar las riquezas que entraña alcanzar esta etapa de la vida.
Aunque es cierto que en la ancianidad el estado de salud cambia considerablemente, los estudiosos del tema aseguran que, comparadas con las que se producen en la visión o en la capacidad vital, las diferencias entre la actividad sexual en la juventud y en la ancianidad -excluyendo la reproducción-, son menores.
La realidad es que las personas mayores experimentan variaciones en la fisiología sexual. En los hombres, por ejemplo, es frecuente la disminución de la elasticidad de los vasos sanguíneos y de la potencia muscular, por lo que la erección es menos firme, más lenta y puede perderse y recuperarse varias veces durante el coito;  también merma la  producción seminífera y se prolonga el período entre una erección y la próxima.
En muchos casos, los varones maduros experimentan estímulos fundamentalmente por tocamientos en zonas erógenas, sobre todo en los genitales. Pero el hecho de que solo así algunos logren la mayor excitación, no significa que falte potencia sexual; sino que predominan los reflejos medulares.
En las féminas, aunque son menos conocidos, también ocurren cambios. Entre los más frecuentes están la pérdida de elasticidad y atrofia progresiva de los genitales, la disminución de la fluidificación y capacidad de distensión de la vagina, cuya mucosa se hace más fina y seca. Según los especialistas, tienen lugar otras diferencias respecto a la juventud, pues durante la menopausia cesa la producción de estrógeno y esto ocasiona que las mamas se vuelvan planas y menos firmes, se debilita la musculatura vaginal y son menos las contracciones durante la fase de plataforma orgásmica.
Sin embargo, estos procesos -que no siempre se expresan con igual intensidad ni en la misma etapa en todas las mujeres- no eliminan el orgasmo ni suprimen la sensación de placer; por lo tanto el avance de los años no pone un limite preciso a la sexualidad femenina.
De ahí que la ancianidad no signifique la muerte de la vida sexual, sino una nueva manera de disfrutar el amor, que para ser placentero no precisa de la fuerza ni del dinamismo de la juventud.
Puede que cambie el apetito sexual y que sea muy distinto el cuerpo, aún así queda la oportunidad compartir sentimientos tan intensos como los de la mocedad, pero con la sapiencia que dan los años.
De nada sirve lamentar las transformaciones que implica envejecer, ni envidiar el vigor y los deseos de otra edad, quien lo haga pierde la oportunidad de gozar de sus años sin complejos ni frustraciones. Se trata de asumir los cambios sin renunciar a la búsqueda de la felicidad y la satisfacción sexual.
La tercera edad tiene el encanto de la experiencia acumulada, es entonces cuando se tiene la sabiduría necesaria para entender que el goce no está solo en las prácticas penetrativas, sino en el placer del contacto corporal y en la comunicación, así como en la seguridad emocional que se siente al saberse amado.

1 comentario:

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