Las restricciones que impone la política extraterritorial
norteamericana a quienes comercien con la nación caribeña, afectan notablemente
la producción de cerillos, declaró la
víspera en Santiago de Cuba Alberto Rodríguez Ricardo, titular de la Empresa Nacional
del Fósforo.
“Nuestras fábricas requieren 22 materias primas que se
importan actualmente desde Asia y Europa, cuando podrían comprarse en Estados
Unidos, con un costo mucho menor para la transportación de esos recursos. Hemos
hecho análisis de las ofertas de estos productos, pero ninguna empresa quiere
vendérnoslos por temor a las sanciones que aplica el gobierno norteamericano a
quienes comercien con la Isla,
así como a los barcos que toquen puerto cubano”, explicó.
La
Mayor
de las Antillas importa anualmente cientos de toneladas de papel craf,
cartulinas, cera parafina y diversos compuestos químicos para “la industria del
encendido”, cuyo precio de compra y traslado afectan considerablemente la
actividad de la Empresa Nacional
del Fósforo.
“Otra dificultad
-informó- es la consecución de tecnología moderna: no tenemos posibilidad de
adquirir máquinas nuevas porque se hace demasiado costosa la compra de equipos
por terceros países y la transportación de estos hacia el país.
“Tenemos fábricas laborando con máquinas que datan de la
década de 1920, y otras con 50 años de explotación, que impiden la calidad
óptima e imprimen un alto costo al proceso productivo por el alto porcentaje de
materias primas desperdiciadas.”
Con cinco fábricas
distribuidas por todo el archipiélago, la industria del fósforo cubana tiene
capacidad para producir anualmente 150 000 000 de cajas, continentes de unos 70
cerillos. Una de las entidades productoras de encendedores se encuentra en esta
suroriental provincia, en el municipio de Palma Soriano. Nombrada Mayor General
Francisco Borrero en honor a un oficial independentista, asume cerca del 30 %
de la demanda nacional. Esta entidad provee fundamentalmente al paquete de
productos subsidiados que reciben mensualmente los cubanos como parte de la
canasta familiar.
Rodríguez aseguró que aunque con las producciones actuales
no se alcanza satisfacer la necesidad de la población cubana, se asegura que
cada habitante del país reciba al menos dos cajas de cerillos al mes a muy
bajos precios.
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