Fotos:
Jorge Luis Guibert
“Solo los alegres curan…”
François Rabelais
Cuando
llega el doctor se hace la luz, el miedo a las inyecciones, la tristeza en los
ojos de los niños y la incertidumbre de los padres, desaparecen. El hombre alto
y corpulento hace salir al sol de las sonrisas y la certeza del cáncer y del
peligro de muerte huye de la alegría y la esperanza que irradia el payaso Olín,
con su roja nariz y una corbata enorme.
Desde 2007, Dr. Manuel
Verdecia lidera un proyecto que ha ido consolidándose y aunando a profesionales
de la salud de otros ramos y a estudiantes de psicología. Cruzada por la
alegría, es el nombre de este empeño.
Se trata de
una estrategia psicoterapéutica que produce beneficios mentales, emocionales y somáticos,
que no cura por sí sola, pero permite prevenir estados de ánimo desfavorables y
facilita las terapia haciéndolas más eficaces.

Pero
no es este un espectáculo, sino una práctica cuyos beneficios para la salud han
sido reconocidos por la comunidad científica internacional.

“Usamos
la risa como medicina, basándonos en sus
efectos psico-fisiológicos; es fundamental para sustituir el miedo y la
ansiedad que produce esta enfermedad en pacientes, familiares y colectivo
médico, por la alegría.
“Desde
que surgió la psicología como ciencia reconoce los efectos positivos de la risa
en el mejoramiento del estado de ánimo de los pacientes. La salud está
íntimamente relacionada con la calidad de vida -que implica el pleno
disfrute biológico, social y espiritual-
y a su vez con los estados emocionales. No hay nada mejor que un estado de
ánimo alegre”, explica el Dr. Verdecia.
A
cambio de una sonrisa del pintoresco personaje, los niños colaboran con el
examen físico. Luego de escuchar el llamado de Olín, los chicos de otros
cubículos no pueden esperar, salen a “espiar” y a perseguir al payaso en busca
de un truco o de uno de los actos de equilibrio que el galeno logra con
facilidad asombrosa.
“Para
nadie es un secreto que cuando el
médico, vestido con la bata blanca, se presenta ante un niño, suscita el
rechazo porque el paciente suele asociar al doctor con prácticas que ocasionan
molestias -dice.

Madelaine
Cisnero es la madre de Yosvani, un niño de 4 años que padece leucemia linfocítica aguda. Esta mujer renueva sus fuerzas con cada sonrisa que
el médico logra en poner en el rostro de su hijo.
“Eso lo alegra mucho, tanto a él como a mí. Los niños
no saben lo que tienen, pero los padres sí y es muy difícil convivir con esta
realidad. Por eso agradezco mucho estos momentos de alegría.”

“Hay veces que la inyectan tanto que le teme a las
enfermeras y llora solo de verlas. Pero cuando ve al payaso se pone contenta,
se ríe y sale corriendo a verlo, por lo menos se distrae.”
Pero en realidad, los beneficios que experimentan
estos infantes son muchos más que los percibidos. Al reír se ponen en marcha unos 400 músculos, incluidos algunos del estómago que
sólo se ejercitan durante la risa; se estiran los huesos de la columna
vertebral y las cervicales, donde solemos acumular las tensiones; se limpian
los ojos pues la carcajada aditiva las glándulas lagrimales y entra el doble de aire en los pulmones.
Asimismo, se oxigena la piel y se activa el sistema
neuroendocrino, propiciando la producción de neurotransmisores o mediadores en
el cerebro, que contribuyen a la salud mental.
La risa provoca serenidad, disminuye el estrés y la ansiedad.
En pocas palabras: mejora la calidad de vida.

En
Cuba no es una práctica generalizada, pero sí se ha empleado la ristoterapia. En
los dos últimos decenios del siglo pasado en el Hospital Docente Infantil Norte
hubo acciones en este sentido, y luego a inicios la pasada década, el psicólogo
Omar Ruiz, la aplicó en Villa Clara.
Actualmente,
el Dr. Manuel Verdecia aboga por la creación de proyectos similares en los
servicios de Oncología y Hematología Pediátricas en Cuba. Además de Santiago de
Cuba, las provincias de La
Habana, Holguín, Camagüey, Villa Clara y Pinar del Río poseen
centros para la atención de infantes aquejados de enfermedades malignas.
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